Esquema del sistema inmunológico

Presentación del sistema inmunitario

El sistema inmunitario es como una fuerza policial. Patrulla por todas partes y, si encuentra una perturbación, pide refuerzos. En este sentido, se diferencia de otros sistemas en que tiene que ser capaz de reaccionar en cualquier parte del cuerpo. El sistema inmunitario ofrece dos niveles de defensa: la inmunidad innata y la adaptativa. Esta discusión comenzará con una breve descripción de los órganos y tejidos asociados con el sistema inmunológico y luego se centrará en las células que proporcionan la inmunidad innata y adaptativa.
Si el sistema inmunitario es un cuerpo de policía, la médula ósea es la academia de policía porque es donde se crean los diferentes tipos de células del sistema inmunitario. Todas las células del sistema inmunitario se crean en la médula ósea a partir de un tipo común de célula inicial, llamada célula madre. Estas células madre se convierten posteriormente en tipos celulares específicos, como los glóbulos rojos, las plaquetas (importantes para la coagulación de la sangre) y los glóbulos blancos (importantes para las respuestas inmunitarias). El proceso de generación y diferenciación celular se produce cada día mientras vivimos. Por ello, del mismo modo que los glóbulos rojos de nuestra sangre se reponen tras una lesión o una donación de sangre, las células de nuestro sistema inmunitario se reponen constantemente.

Pasos de la respuesta inmunitaria

Las diversas células y proteínas responsables de la inmunidad constituyen el sistema inmunitario, y su respuesta orquestada para defender sustancias extrañas/no propias (antígeno) se conoce como respuesta inmunitaria. Cuando un antígeno ataca al sistema del huésped, se activan dos ramas distintas, aunque interrelacionadas, del sistema inmunitario: la respuesta inmunitaria inespecífica/innata y la específica/adaptativa. Ambos sistemas tienen ciertos mecanismos fisiológicos que permiten al huésped reconocer materiales extraños para sí mismo y neutralizarlos, eliminarlos o metabolizarlos. La inmunidad innata representa el desarrollo más temprano de la protección contra los antígenos. La inmunidad adaptativa tiene de nuevo dos ramas: la moral y la mediada por células. Cabe señalar que tanto la inmunidad innata como la adaptativa no funcionan de forma independiente. Además, la mayoría de las respuestas inmunitarias implican la actividad y la interacción de las ramas inmunitarias humoral y celular del sistema inmunitario. Hemos descrito estas ramas en detalle junto con el mecanismo de reconocimiento de antígenos. En este capítulo también se describen brevemente los trastornos del sistema inmunitario.

Sistema inmunitario adaptativo

El sistema inmunitario es una red de procesos biológicos que protege al organismo de las enfermedades. Detecta y responde a una gran variedad de patógenos, desde virus a gusanos parásitos, así como a células cancerosas y objetos como astillas de madera, distinguiéndolos del propio tejido sano del organismo. Muchas especies tienen dos grandes subsistemas del sistema inmunitario. El sistema inmunitario innato proporciona una respuesta preconfigurada a amplios grupos de situaciones y estímulos. El sistema inmunitario adaptativo proporciona una respuesta adaptada a cada estímulo aprendiendo a reconocer las moléculas que ha encontrado previamente. Ambos utilizan moléculas y células para realizar sus funciones.
Casi todos los organismos tienen algún tipo de sistema inmunitario. Las bacterias tienen un sistema inmunitario rudimentario en forma de enzimas que las protegen de las infecciones víricas. Otros mecanismos inmunitarios básicos evolucionaron en plantas y animales antiguos y permanecen en sus descendientes modernos. Estos mecanismos incluyen la fagocitosis, los péptidos antimicrobianos llamados defensinas y el sistema del complemento. Los vertebrados con mandíbulas, incluido el ser humano, tienen mecanismos de defensa aún más sofisticados, incluida la capacidad de adaptarse para reconocer a los patógenos con mayor eficacia. La inmunidad adaptativa (o adquirida) crea una memoria inmunológica que conduce a una respuesta mejorada en posteriores encuentros con ese mismo patógeno. Este proceso de inmunidad adquirida es la base de la vacunación.

Forma de inmunidad

El sistema inmunitario es una maravillosa colaboración entre células y proteínas que trabajan juntas para proporcionar defensa contra las infecciones. Estas células y proteínas no forman un único órgano como el corazón o el hígado. En cambio, el sistema inmunitario está disperso por todo el cuerpo para proporcionar respuestas rápidas a las infecciones (Figura 1). Las células viajan a través del torrente sanguíneo o en vasos especializados llamados linfáticos. Los ganglios linfáticos y el bazo proporcionan estructuras que facilitan la comunicación entre células.
La médula ósea y el timo representan el campo de entrenamiento de dos células del sistema inmunitario (las células B y las células T, respectivamente). El desarrollo de todas las células del sistema inmunitario comienza en la médula ósea con una célula madre hematopoyética (formadora de sangre) (Figura 2). Esta célula se denomina «madre» porque de ella surgen todas las demás células especializadas. Por su capacidad de generar todo un sistema inmunitario, es la célula más importante en un trasplante de médula ósea o de células madre hematopoyéticas. Está relacionada con las células madre embrionarias, pero es un tipo celular distinto. En la mayoría de los casos, el desarrollo de un tipo celular es independiente de los demás tipos celulares.